Casi 101 años tuvieron que pasar para que los parisinos volvieran a nadar legalmente en el Sena. El emblemático río, que cruza el corazón de París junto a íconos como la Torre Eiffel y la Catedral de Notre Dame, reabrió por primera vez desde 1923 para el uso recreativo de bañistas. Y lo hizo con fuerza: zonas habilitadas, acceso gratuito y una imagen que quedará en la historia: cientos de personas en flotadores amarillos sumergidas en sus aguas, a pocos metros del centro de la capital.
La reapertura forma parte del ambicioso legado de los Juegos Olímpicos París 2024. Pero no es solo un guiño deportivo: también es un hito ecológico. Las autoridades locales anunciaron que el río Sena ha sido objeto de décadas de trabajo para mejorar la calidad del agua y recuperar un espacio natural para la ciudadanía, especialmente frente al cambio climático y las olas de calor que afectan a Europa.
“Estoy muy contenta. Hace años que soñaba con nadar en el Sena”, declaró Ingrid, una parisina de 95 años que se lanzó al agua acompañada de su nieta, ataviada con un traje de baño retro.
¿Dónde se puede nadar y hasta cuándo?
Las zonas habilitadas estarán disponibles hasta el 31 de agosto, siempre que la meteorología lo permita. Se trata de tres puntos específicos: Bercy, Bras Marie y la Isla de San Luis. Estos sectores cuentan con accesos controlados, duchas, escaleras, vestuarios y personal de seguridad. La capacidad por sitio varía entre 150 y 700 personas, según el lugar.
Un detalle curioso marcó la primera jornada: los flotadores amarillos atados a la cintura se convirtieron en el símbolo de esta reapertura histórica. Decenas de imágenes inundaron redes sociales mostrando a los bañistas flotando sobre el río, en un París que parecía sacado de una postal veraniega.
Una medida que también habla de cambio climático
La alcaldesa Anne Hidalgo, una de las grandes impulsoras del proyecto, destacó que reabrir el Sena no solo es una celebración simbólica, sino una necesidad urgente:
“Invertir en zonas naturales para nadar es esencial. Nos enfrentamos a temperaturas extremas que exigen repensar nuestras ciudades”.
En los últimos días, París rozó los 40°C, lo que aceleró la necesidad de contar con espacios de agua que sean accesibles, limpios y seguros. Este tipo de infraestructura urbana no solo combate el calor, también promueve la salud mental y el ocio público.
París, capital olímpica… y ahora también balneario
Las imágenes de turistas, familias y adultos mayores disfrutando del río han dado la vuelta al mundo. En un momento donde las ciudades buscan reconectar con la naturaleza, París se convierte en ejemplo global de cómo una metrópolis puede reinventar su relación con el agua.
En resumen: el Sena ya no es solo un paisaje romántico para selfies con la Torre Eiffel de fondo. Es también un espacio vivo, recuperado para el disfrute de miles de personas. Un recordatorio de que incluso las decisiones urbanas más poéticas pueden tener un impacto real y transformador.